La Fe en medio de la Crisis

«Estas cosas os he hablado, para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción: mas confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).

¿Piensa usted que estamos viviendo situaciones difíciles? Enfermedades, escasez, especulación, alto costo de la vida, inseguridad, colas para adquirir bienes necesarios y otras situaciones que causan aflicción.

Las palabras del Señor Jesucristo nos señalan que en la vida podemos experimentar aflicciones. El significado bíblico de la palabra aflicción «tsarah» del vocablo hebreo es: Aflicción, angustia, problemas. Pero las mismas palabras de Cristo nos dicen que en Él tengamos paz y confiemos.

La Biblia es el manual de fe y de conducta para quienes han puesto su total confianza en Jesucristo como su Señor y Salvador. Esa confianza se refleja también en la actitud que se debe tomar al vivir las tormentas y tempestades de la vida. En la Palabra de Dios encontramos un viaje que emprendieron los discípulos junto a Jesucristo por el mar de Galilea. El Maestro les dio una instrucción con respecto al viaje por el mar.

«Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado» (Marcos 4:35). En medio del mar ocurrió algo que la Escritura detalla: «Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba» (Marcos 4:37).

El evangelio describe la impresionante lección que los discípulos aprendieron sobre quién es Jesucristo y lo que puede hacer. Mientras ellos trataban desesperadamente de impedir que el bote se hundiera, Jesús dormía. ¿No le importaba que estuvieran todos a punto de morir? (Marcos 4:38). Después que Jesús calmó la tormenta (Marcos 4:39), les hizo esta aguda pregunta: «¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?» (Marcos 4:40). Entonces, el temor en ellos aumentó, y se gritaban unos a otros: «¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?» (Marcos 4:41).

A los 27 años de edad, el famoso artista holandés Rembrandt pintó la escena Cristo en la tormenta en el mar de Galilea, basada en la historia de Marcos 4. Con su distintivo contraste de luz y sombra, el cuadro muestra un bote pequeño que corre peligro de ser destruido por una furiosa tormenta. Mientras los discípulos luchan contra el viento y las olas, Jesús permanece impasible. No obstante, lo más extraño es la presencia en el bote de un décimo tercer discípulo. Rembrandt se autorretrata como una de esas trece personas que ocupan el bote, concretamente el que sujeta la cuerda del mástil y mira hacia el espectador.

¿Cómo no tenéis fe? Esa fue la pregunta que hizo Jesucristo a sus discípulos. Fe es seguridad, confianza. La Biblia dice que la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. ¡La fe también produce esperanza!

Nosotros podríamos ubicarnos en la pintura de Rembrandt y en ese pasaje bíblico y descubrir, tal como lo hicieron los discípulos de Jesucristo, que Él revela Su presencia, compasión y control en todas las crisis y tormentas de la vida.

«Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…» (Hebreos 12:2).

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